viernes, 8 de octubre de 2010

Oxido



Las calles agudizan sus miradas
Miran abajo, no miran nada.
Y oxidadas por los hombres de metal
que miran sobre los espejos
en un anochecer infinito
de locura sin igual.

Sale el sol
Todo es igual
Sigue el frío, sigue el metal.
Se avanza sigiloso
hacia las vidrieras de cristal.
El deseo, el anhelo
de poseer un diario grial
alucinan un “lo quiero”
latencia oscura de lo material.

Una voz, un rito
una creencia especial.
Y aquí el hambre es un mito
como portales del misterio
como los pasajes de humanidad.
De repente se escucho un grito
a la vuelta de la calle soledad
era un hombre ,un manuscrito
vencido por la tempestad
que trepó hasta su fosa si mas dinero
porque ya había comprado toda su maldad

necesitaba nuevo un nombre
el suyo se había perdido en la eternidad.
Y con ojos alcohólicos
permanecía esclavo de su verdad
y de su hambre,
y de su paz
Soñaba con ver sus rotas cadenas aún tibias
pero aún no tenia dinero
para comprar la mirada de un hombre
y se limitaba a pulular por una cuidad de fantasmas
buscando algún hecho singular.

Y cuando la noche asechaba
se tiraba a descansar
en alguna esquina oxidada
perdida por los hombres de metal.



viernes, 17 de septiembre de 2010

Latir



Recuerdo tus besos que,
con la temperatura de las cerezas
me dibujaba ingrávido, sutil.

Recuerdo tu pelo y su idioma de algodón
desaguándose entre mis dedos
con el brillo de alguna luna de cristal.

Recuerdo cuando nuestros cuerpos
elevaban una nota al infinito
bañándonos en el rocío de una noche azul.

Recuerdo tu mirada,
siempre a tiempo para salvarme
cambiando el sol un par de estrellas dejavú.

Recuerdo tus caricias que como mariposas
desafiantes de fronteras
me hacían volar junto a ellas.

Y ahora que no te tengo
solo te pido…
Llamame!

Estoy perdido sin ti
Busco en mi sombra tu reflejo
transitando las calles de tu velo.

y condenado a deshojar rostros al azar
Te imploro ven aquí, querida mía
que ya no sé dónde estar.

sábado, 11 de septiembre de 2010

ARIDO


Baldías, las pupilas
Con la esperanza de los cardos
O al menos eso.
Un milagro, una semilla
Y en un abrazo lejano
En memoria de los hechos
Que Desemboca en un negro y blanco degradé
Y Todo sucumbe en el adverso
Impuro el matorral
Todo falla, todo encaja
En lo dual, en lo perverso
Si supiera vida mía
Imaginarme en tu regreso
Y en solo una rosa,
O en una gota de rocío
Daría mi mente al universo
Y yo, ya harto de contar cuentas
Y de soñar enredado entre mis versos
Te espero en un cuenco vacío
Para llenarlo en tu regreso
con agüita lluvia del desierto

domingo, 29 de agosto de 2010

Big bang



Los tripulantes, obedientes las órdenes del capitán. Rítmicos a la hora de avanzar. Parecían todos iguales, anónimos en la inmensidad. Sus remos simples, poderosos ayudaban a las velas a abrir el mar. El timón, un instrumento de la escuela de estrellas buscaba algún lugar, algún tesoro escondido, algún puerto virgen para imaginar. De repente un arco iris luminoso, colorido como una pradera en primavera se comenzó a divisar y en el final de su arco la idea aprendida de un tesoro había de llegar. Era hora de virar, el objetivo nuevo, sublime, maravilloso dejaba todo que esperar. Pasaron horas de navegar hasta que apareció un pequeño punto, punto del tesoro y de los sueños de alta mar. Al acercarse se divisaba un muelle, uno muy pequeño flotando en la inmensidad, sin tierra, sin islas solo un muelle perdido en la mar, se navegó un poco más hasta llegar, pararon los remos, cayeron las velas, el capitán primero habría de bajar. Caminó unos metros y no encontró a nadie, solo un espejo del tamaño de su cuerpo, madera, soledad, cielo y mar. Se proyectaba su imagen y el barco detrás, nada más. Examinó cuidadosamente el aparejo sin poder ver nada en especial. Cuando, desilusionado, se dio cuenta que no había más que mirar decidió volver a la nave que había dejado atrás. Para su sorpresa no encontró a nadie, todo estaba desierto, se habían ido todos, solo quedaba la nave y el capitán. Desesperado, tomó un bote, lo lanzó al agua y comenzó a remar. En ese instante, el espejo comenzó a tragarse las nubes, el cielo y lentamente el agua del mar. Cuanto más se alejaba de pequeño muelle más lo invadía las sensaciones de estupor y soledad. Y el capitán remaba y remaba sin saber qué hacer, dónde ir y que esperar. El agua del mar se había terminado y su bote encallo en una superficie blanca totalmente lisa, todo se había tornado blanco, blanco el cielo, blancas las nubes y ahora blanco el fondo del mar. El horizonte había desaparecido y no había punto alguno de referencia. El capitán estaba irremediablemente perdido. Entonces comenzó a caminar, hacia ningún lugar, no había dónde ir , solo se podía caminar. y caminó días quizás horas o quizás meses hasta que de repente otro pequeño punto logro divisar, corrió rápidamente hacia él y encontró un cofre, solo, abandonado y sin cerrojos. Lo miró detenidamente y pensó…¿de que me sirve ahora este tesoro si ya nada me queda, nada hay, todo se ha perdido en ese maldito espejo!!!. Se sentó a su lado y lo miraba atentamente al mismo tiempo que lo invadía una terrible sensación de frío y soledad. Fue entonces cuando el capitán, un hombre fuerte endurecido y curtido por una vida dura como la tienen esos hombre valientes que se hacen a la mar comenzó a llorar y se dio cuenta que ahora no habría más reflejos de si mismo en ningún espejo ya que él se había convertido en infernal aparejo, la imagen de aquel viejo cofre era su propia imagen, él era el mismo cofre. Tomando coraje, desafiando su locura y sus últimos segundos de humanidad, dejó de pensar y lo abrió por fin, y para su sorpresa encontró solamente unos cuantos frascos que contenían agua, otro aire, otro tierra, nada más….Tomó los frascos uno por uno para examinarlos, no había nada en especial en ellos pero el capitán sabía que dentro de ellos se encontraría una parte suya y su propio ser sin embargo no entendía. Sin saber más que hacer el capitán, lejos de su tiempo y fuera de su espacio dejó de llorar tomó un frasco y lo lanzó con furia a ningún punto la inmensidad. Mientras contemplaba ese tesoro maldito que lo duplicaba y reflejaba la realidad más terrible que puede tener un hombre que es sentirse perdido en un laberinto de espejos, un laberinto de infinita soledad.
Y tiró los frascos, uno por uno, recuerdo por recuerdo, uno por uno, lágrima por lágrima, uno por uno, deseo por deseo.

A los siete días había creado la tierra los mares y los cielos



sábado, 21 de agosto de 2010

Estoy aquí



Si supiera conjugar
los espacios de identidad
quizás un Dios inconcluso
la oscuridad y la esperanza
la ternura de un vuelo ajeno
soñaría menos tiempo, viajaría más.
Si supiera encontrar un secreto fugaz
Complejo como las figuras del cielo
estaría allí, en un lugar luminoso
mucho más simple que el mar.
Si me supiera en mi tiempo
como un ladrón impune de eternidad
desterrando un laberinto de sombras
desoyendo los cerrojos de humildad
dejaría de contar soles
estaría aquí, en mi lugar.
Si supiera estar sin ti
Moriría en tu recuerdo
Viajaría al futuro
Para inventarte en soledad
Y si el destino se renueva
Como un ejemplo de obviedad
Me quedaría aquí en el presente
En mi lugar de humanidad
Donde los días se alejan
Como un pétalo en la inmensidad
Y que no te extrañe vida mía
Que en este preciso momento
Deje de mirar el camino
Y te invite a navegar.

lunes, 16 de agosto de 2010

Dezeo


Grande es el estreno
Todos estamos sentados.
La realidad de un encuentro ameno.
La paz.
La abundancia.
La suerte en el seno.
La sagrada familia.
La familia.
Tú.
Nosotros, la vida.
Florecerá.
Los amigos.
tu presencia.
La cena con más.
Los parques , las montañas.
El eden.
Los miedos enterrados.
Los mundos develados.
Las calles tranquilas.
Los bolsillos con razón de ser.
La guerra en un libro.
El corazón en un avión.
Las cerezas del futuro.
El amor a la razón.

Antes de la soledad


Intenté pintar un cuadro
y quería darle espesor.
Pinté sobre tela y más
sobre todo de color azul
azul distinto a todo los demás.
Entonces quise un arco iris,
tanto lo quise que casi lo pinté.
Calma, a tiempo habrá de aparecer.
Te pensé hombre, incoloro
Desesperado fundí doce veces ocre y amarillo
Y me quedé con cada amarillo por sol.
Y el ocre se me hizo carne.
Y la carne se me hizo ocre.
Entonces allí estabas
Desafiando la igualdad
de alguien que me quería pintar pero no se atrevía.
y se quedaba quieto contemplando mi eternidad
lo quise hacer más perfecto
transgrediendo mi soledad
y salí de mi para no verlo sufrir
y cuando fui doce veces ocre y amarillo
creí verlo morir
y ahora que es tiempo de partir
seguramente ensuciaré otro lienzo
para comparar las despedidas,
para ordenar el desamparo
quizás en otro tiempo
quizás en otro cuadro
quizás en otra vida
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